10 marzo 2009

La mañana en dos ruedas



Hay un placer escondido en cada paso, en cada centímetro que dejo atrás al avanzar por un sendero que nunca había visto ni pisado antes; los neumáticos de mi bicicleta deben estar exhaustos, los pedales seguramente se sienten agredidos o quizá están lastimados de estos músculos míos prisioneros de espíritu acostumbrado a viajar, hambriento de la experiencia encerrada en cada respiración de vida.

Hoy sus rostros una vez más muestran inquietud al verme montado sobre dos ruedas, en un sendero poco usado de rumbo alejado y poco acompañado, esos rostros extrañados me encantan, pero en especial ese camino fresco retándome al vació verde, oloroso a vida.

Escuché el río cercano y lo sentí lejano a mí, ese ente fue alegría de niños, miedo de muchas madres y bendición para los habitantes cercanos al lugar, ahora sólo me acompaña y es testigo de mi singular hazaña

No hay comentarios:

Publicar un comentario